Al margen de la actividad estrictamente profesional, tener una cámara de cine a finales de los años 50 aún era una especie de distintivo de clase: excursiones, viajes, la familia... Al resto de personas a quienes podía apasionar el cine se conformaban con ir o incluso crear un cin-club. Lo que resultaba más interesante es cuando el amateur de turno pretendía ligar la historia con una cierta intencionalidad o cuando el cine-clun se utilizaba para algo más que para hablar de películas. De principios de los años 60 hemos conseguido encontrar algunos títulos que se atreven a ir más allá de lo que estaba permitido, intentando indagar, no sin cierta ambigüedad, la moralidad cotidiana de aquella época. https://www.naranjasdehiroshima.com/2010/04/cronica-duna-mirada.html
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