Me parece un tanto absurdo escribir un prólogo para una novela ya de por sí muy larga; pero es el caso que, cuando se publica un libro escrito muchos años antes, los lectores desean siempre algo de este género con el fin de que estimule su apetito; en consecuencia, me he pasado varios días preguntándome qué podría decirles que los satisficiera. Esta novela era en un principio más breve, y fue escrita entre los últimos meses de 1897 y los primeros de 1898. Se titulaba entonces, no sin cierta presunción, El temperamento artístico de Stephen Carey. La novela terminaba en el momento de alcanzar el protagonista los veinticuatro años, que era la edad que yo tenía cuando estampé la palabra «Fin». L