En 1865, la Guerra de Secesión ha terminado. Pocos meses después se abolía la esclavitud. Un grupo de veteranos sudistas de origen escocés fundan una sociedad secreta que evoca los tiempos del sur esclavista: había nacido el Klan. El sur debía seguir en manos blancas. Los asesinatos y los linchamientos se disparan. El imperio invisible se convirtió gradualmente en una milicia violenta para aterrorizar a los esclavos liberados. En la vida cotidiana, los negros y los blancos no se mezclarían.
A comienzos del siglo XX, Estados Unidos atrae a oleadas de inmigrantes. El Klan había caído en el olvido, pero 50 años después de la Guerra de Secesión, iba a resurgir de sus cenizas. En 1915 se estrenaba en los cines ‘El nacimiento de una nación’, de David W. Griffith, que retrata la posguerra a su manera: los hombres del Klan son presentados como justicieros.
La película reavivó la curiosidad por el Ku Klux Klan y un hombre iba a aprovecharse de ello: William Joseph Simmons, quien soñaba con recrear el Ku Klux Klan para hacer fructificar el legado sudista, y, de paso, ganar dinero.
La influencia del Klan en la vida política estadounidense era considerable. En los años 20, el Imperio Invisible tenía 11 gobernadores, 75 congresistas y 16 senadores; organizaba eventos, sus miembros acudían con esposas e hijos y reinaba un ambiente muy festivo. Llegó a tener a más de 4 millones de miembros en los años 20, antes de desaparecer.