Documental sobre el término "mujer" que choca entre diferentes campos y elementos de la sociedad por la interpretación que dan cada uno de ellos a la palabra tras la pregunta "¿qué es una mujer?".
Una pregunta muy sencilla: ¿o no?
En el actual contexto cultural de autodeterminación identitaria, una de esas películas que saben señalar con agudeza la desnudez del emperador del que tantos se empeñan en adular sus preciosas vestiduras. Matt Walsh, columnista de The Daily Wire, ante tanta palabrería sobre sexo y género, hombres atrapados en cuerpo de mujer y viceversa, adolescentes que son atiborrados de hormonas para iniciar una transición, etcétera, etcétera, inicia una indagación en la que intenta que sus interlocutores respondan a una simple pregunta, la que da título al documental: ¿Qué es una mujer?
Y se encuentra con reacciones de los más diversos. Hay médicos y doctores que consideran que debe ser aceptado sin rechistar que un niño es niña, aunque no saben qué replicar cuando se les pregunta sin también se deberían creer en santa Claus porque el pequeño lo haga. Eruditos universitarios dicen que una mujer es quien se siente mujer, aunque no sabe responder en qué consiste “sentirse mujer”, que el sexo no es factor determinante, y hasta pueden sentirse ofendidos si Walsh les pregunta educadamente más al respecto; a este respecto los titubeos del profesor Patrick Grzanka son bastante elocuentes.
Queda bastante claro que la mentalidad relativista ha hecho estragos en la sociedad moderna, y que en occidente domina la idea de que uno es quien quiere ser, sin anclajes en la verdad y la realidad; lo que reducido al absurdo, puede llevar a alguien a reconocerse como “lobo” o disparates semejantes, y los demás deberíamos aceptarlo. Por eso es bastante esclarecedor el desplazamiento del protagonista a Kenia, y su entrevista con miembros de la tribu masai, que basculan entre la perplejidad y la hilaridad cuando Walsh les interpela sobre estas cuestiones; en primer lugar, no parecen caber en su cabeza semejantes preguntas, la mujer es la que da a luz, y cuando el otro les habla de hombres que se sienten mujeres no pueden contener la risa. Es una reacción parecida a la del dueño de un establecimiento de merchandising de “Star Wars”, que apela al sentido común para distinguir a un hombre de una mujer.
A lo largo del metraje no deja de comentarse la desventaja de las mujeres en las competiciones deportivas, desde el momento en que las transmujeres son admitidas y acaban ocupando los primeros puestos. También se da cuenta de la incomodidad de baños y vestuarios cuyo uso ahora puede reclamar quien se siente hombre o mujer.
El documental que dirige Justin Folk da luces acerca de la disforia de género, que existe, pero apuntando a cómo las dudas identitarias de género se han disparado en un contexto de internet y redes sociales al que los jóvenes están especialmente expuestos. Y sugiere que las discutibles investigaciones de Alfred Kinsey y John Money han hecho un flaco servicio a la hora de abordar estas cuestiones. A este respecto resulta impactante el testimonio de Scott Newgent, transexual que admite que cambiar de sexo es pura ilusión, y que se da a gente como él falsas esperanzas.