*SOUS LE SABLE* / FRANÇOIS OZON . 2000
¿De qué va?
Una pareja parisina de cincuenta y tantos años, Marie (Charlotte Rampling) y Jean Drillon (Bruno Cremer), se dirigen a Lit-et-Mixe en el suroeste de Francia para un breve descanso. Jean desaparece inexplicablemente mientras nada en la playa local y su cuerpo nunca se recupera. Meses después, Marie continúa con su vida en París, viviendo en una forma de negación sobre la desaparición/muerte de Jean, pero el descubrimiento de un cuerpo en Lit-et-Mixe amenaza con desafiar esos frágiles delirios.
Una mirada sobre Sous le sable:
Menos es más en esta dramatización despojada y totalmente convincente de cómo una mujer se las arregla cuando su esposo desaparece inexplicablemente (presuntamente muerto) mientras está de vacaciones en el suroeste de Francia. François Ozon encuentra exactamente el tono adecuado para contar la historia, particularmente en un tramo de apertura sutilmente atmosférico, que se desarrolla de forma elíptica, casi como una película muda, mientras nos convertimos en parte de unas 24 horas aparentemente normales y plácidas en las vidas de Jean y Marie Drillon. mientras conducen hacia su casa de vacaciones en el suroeste de Francia, antes de dirigirse a la playa local a la mañana siguiente, donde Jean finalmente desaparece. No sabemos más que los protagonistas, por lo que el desconcierto acumulado de Marie, mientras comienza a tomar conciencia de la inmensidad de lo que se desarrolla en la playa mientras su esposo no se muestra, es tangible.
Aparte de la gramática cinematográfica magistral de Ozon, el otro activo principal de la película es la personalidad hipnótica de nuestra admirada Charlotte Rampling. La historia simplemente no funcionaría sin una presencia tan convincente y sugerente, y sus ojos y expresiones por sí solos transmiten gran parte de la complejidad de las tácticas de negación de esta mujer en el período posterior a la desaparición de su esposo. Igualmente ingenioso es cómo Ozon nunca hace explícita la verdad completa de lo que le sucedió a Jean: pudo haber muerto accidentalmente, se suicidó o posiblemente, solo posiblemente, fabricó un escape para comenzar una nueva vida. En cierto sentido, no importa lo quele sucedió a Jean, pero la mera existencia de estas diferentes posibilidades es lo que realmente atrapa a Marie. Al final, las cosas dan un giro completo cuando Marie rechaza la oferta de certificar la muerte de Jean, en esencia, sometiéndose para siempre más a su dorado estado de negación.