Val, oriunda de Pernambuco, se va a vivir a San Pablo y deja atrás a su hija Jéssica con sus familiares. En San Pablo consigue trabajo como empleada doméstica de una familia de clase alta y cuida al hijo de esta, Fabrinho, con quien desarrolla una relación más cercana de la que él tiene con su madre.
Trece años después, con ya cierta holgura económica, Jéssica le pide quedarse unos días con ella mientras estudia para rendir el Vestibular (el cuál Fabrinho también va a rendir) e ingresar en la Universidad de San Pablo. Val, que vive en un pequeño cuarto en la casa de la familia, pide permiso y tras conseguirlo Jéssica viene a vivir con ellos. La convivencia se torna complicada ya que Jéssica no acepta las divisiones sociales impuestas y que su madre respeta.