Pequeña joya del cine independiente argentino. Original y divertida, es una mezcla entre el cine de Tim Burton y el de Jean-Pierre Jeunet con algunas gotas de Lynch y una estética cómic muy lograda.
La película nos situa en una ciudad imaginaria, alegoría de un futuro en el que los seres humanos han perdido el don del habla y viven al son de un magnate de la televisión, un tirano que pretende controlar sus mentes (una metafora muy actual del mundo de las grandes empresas de comunicación).
Tiene detalles deliciosos: la actuación de La Voz, las gafas del niño que no puede ver, la máquina de escribir, la propia antena...
Película para todos los públicos, tierna, dulce, vitalista... Entre tanta porqueria americana y nacional da gusto descubrir que allende los mares se sigue apostanto por otro tipo de cine, arriesgado pero de muchísima calidad.