Obra maestra del cine español, en clave de comedia muy ácida, y un alegato contra la pena de muerte que no podía pasar desapercibido para la censura franquista, máxime cuando aún estaba tan reciente la ejecución del dirigente comunista Julián Grimau, y por tal motivo acababa de producirse una campaña internacional contra el régimen de Franco.
Pese a la carta de protesta de Sánchez Bella, por entonces embajador en Italia, al ministro de Asuntos Exteriores español, y de soltar aquella famosa frase de “que le habían metido un gol a la censura”, por estar coproducida con Italia la película finalmente se presentó en Venecia, aunque con cuatro minutos menos. Pero, tras el escándalo suscitado por las protestas, en dicho festival, contra las ejecuciones del franquismo, se le cortaron hasta diez minutos más para su estreno en España.